viernes, 31 de julio de 2009

Camino de Santiago: De Roncesvalles a Puente la Reina

El gran día llegó!

Nos levantamos a las 6 de la mañana, nos vestimos y nos preparamos para ir en la bici. De los nervios que había ni nos dio tiempo a desayunar.
Antes de salir de Roncesvalles, la ansiada foto con el letrero a meta:



















En la cena del "peregrino" del día anterior nos habían comentado que nos esperaba un día duro: camino por el Pirineo hasta Pamplona y luego el "Pico del Perdón". Aun así nosotros nos lo tomamos con ganas.

La primera parte del camino fue impresionante, al menos para alguien de España como nosotros: bosques cerrados, caminos llenos de piedras súper empinados, riachuelos en los que no había más remedio que bajarse de la bicicleta para pasarla sin que se mojara...Vamos, igualito que mis secarrales queridos y áridos de Aragón. Di que claro, desde que vivimos en Suecia el paisaje me parece más común, aun así precioso hasta decir vale.

Fue muy divertido cuando pasamos por Burguete. Estábamos buscando un sitio para desayunar y el tío de Alex encontró uno...Que resultó ser un after! Ahí estaban todos los vecinos del pueblo con los rones cola! Yo no es por decir nada, pero hace mucho tiempo que no me tomo uno de esos para desayunar, te haces mayor y cambias de estilo, envolviendo madalenas y cafés con leche...Lo más gracioso es que la marabunta de fiesta nos empezó a liar con por dónde era el camino y nos hicieron dudar y cambiar de dirección unas cuantas veces...Supongo que hasta que les dimos pena y ya nos dijeron el camino correcto! Fue genial el coro de 30 personas gritando el "No es por ahí" y el "Es para la izquierda" y un pobre gritando: "Hombre, no seáis cabrones que lo acaban de empezar!" Jajajajaaja! Lo mejor es que había una pareja de italianos cerca de nosotros que no entendían nada pero veía que cada uno señalaba hacia algún lado!

Total que salimos de ese pueblo sin desayunar y en seguida nos metimos por los famosos caminos pequeños de Pirineo, mi primera experiencia con el "Cross Country" en bicicleta. Creo que no he pasado más miedo en toda mi vida, pero a la vez con adoración al riesgo. La mayoría de los bicigrinos a los que preguntamos iban a hacer el camino hasta Pamplona por carretera, pero nosotros decidimos ser "más auténticos" y embarcarnos como el resto de peregrinos por el camino cabras. Menudas vistas! impresionante! Muy bucólico el tener que ir abriendo y cerrando puertas de pasao de ganado, sortear innumerables mierdas de caballo (yo pisé una con la bici y madre de Dios lo que me costó qie se fuera el olor!) y, sobre todo, recordaré siempre que el camino pasaba justo por un establo que guardaba las vacas más grandes que he visto en vida, una de las cuales estaba en el medio del camino...Le dio un colazo a Alex en la espalda que le dejó lleno de mierda por todo! Menudo respeto dio pasar por ahí!

Paramos a desayunar en Zubiri y me tomé, probablemente, el mejor bocadillo de tortilla de chistorra de mi vida. Virgen del Pilar qué grande y qué bueno estaba aquello! Eran las 10 de la mañana y sólo habíamos hecho 22 kilómetros. El miedo a no llegar a Puente la Reina se palpaba en el aire.















A Pamplona llegamos a las dos de la tarde, con un sol y un calor de justicia, después de sortear varios precipicios por el Pirineo, más vacas y un pinchazo por parte de Alex. Sellamos y nos volvimos al tajo. Llevábamos casi cuarenta km y nos esperaba el pico del perdón.

El Alto del Perdón es el lugar en el que el diablo tienta a los peregrinos para que abandonen el camino y se vuelvan a casa. Recuerdo que todas las personas con las que hablamos nos dijeron que fuéramos por carretera, pero a nosotros nos apeteció hacer el camino auténtico e ir como las personas de a pie. He de decir que el diablo, en particular, me tentó a mí. Tuve que hacer toda la subida llevando la bici y los 20 kilos de equipaje, un 6% de montaña con un camino de piedras nada estables. La subida costó, pero lo peor fue la bajada, porque la bici me resbalaba de lo que pesaba y acabé en el suelo tres veces. Acabé llorando y todo! Menos mal que tenía a Alex a mi lado, que me aguantó todos y cada uno de los juramentos que salieron por mi boca.



Pero como la fábula del anillo mágico dice: "Esto también pasará" y pasó, y a las 6 de la tarde, sucios, cansados, muertos por la fatiga y después de casi 70km, sin comer y pedaleando más que en toda mi vida, llegamos a Puente la Reina. Dadaslas circunstancias, nunca un pueblo me pareció tan bonito y tan limpio!

Después de una buena ducha, lavar las bicis, lavar la ropa y tender, aún tuvimos fuerzas para dar una vuelta por el pueblo luego, la tan ansiada cena: Pasta y trucha. Qué festín!
Después de eso y de unas buenas jarras de cerveza para pasar el mal trago, nos fuimos a la cama (sobre las 9, joer que pronto!) que a las 6 nos tocaba la corneta para a las siete ponernos en marcha!


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