Nos despertamos a las 6 con muchas, muchas agujetas. La sensación de cansancio por las mañanas es algo a lo que me iba a acostumbrar bastante estos días. Recogimos los bártulos, destendimos la ropa (aún algo mojada por el rocío), cogimos las bicis, montamos todo y partimos hacia La Rioja.
Esta vez desayunamos en Puente la Reina. Jose Manuel estuvo muy hábil ahí y su buen olfato nos llevó a una panadería-cafetería con sus croissants recién hechos y buen café. Una vez el desayuno estuvo finiquitado, nos montamos en la bici y partimos, de verdad, hacia Nájera.
Nada más salir de Puente la Reina nos esperaba una subida gloriosa a un pico. Recuerdo que hacía bastante frío y que, como podéis ver en la foto, íbamos con las cazadoras de bicicleta. Creo que fue la primera vez y la última que las usamos, porque a los diez minutos de subida estábamos sudando la gota gorda. De todas maneras y visto el ritmo del día anterior, nos aventuramos a ir por la carretera hasta Nájera. No nos hacía mucha gracia porque queríamos ir por camino, pero teníamos que hacer 100 kilómetros y nos veíamos lejos del destino.
La llegada a Estella fue fácil, carretera nacional no transitada por casi nadie. La idea era almorzar en Estella, pero como íbamos por carretera estábamos allí sobre las 9 y no habíamos casi rodado, total que decidimos seguir un poco más, hasta Villamayor del Morjardín. Menos mal que hicimos eso! Porque nos esperaba una de las subidas más brutales del camino...No me imagino subiendo eso con la panza llena. Tuvimos que ir haciendo paraditas porque la verdad es que fueron los 8 kilómetros más duros del día.
Aunque no fue todo camino! Mirad por qué puente romano nos tuvimos que meter con la bicicleta! A poco me caigo de nuevo con la bici a cuestas...Y los 20 kilos de cosas!
Todo tiene su recompensa! Una vez llegamos allí nos decimos a ir hasta Los Arcos (bajada 12 kilómetros sin prácticamente pedalear) a almorzar. Qué buena la tortilla de patata en el bar después de tanta subida!
Llegar a Logroño desde allí fue un paseo. Estábamos en Logroño a las 2 de la tarde. Paramos para sellar, rellenar de agua de nuevo (cuántos litros beberíamos al día?). Como nos vimos pronto en Logroño nos dio tiempo a hacer turismo, a pasarnos por e Mercadona (civilización al fin!) y a echarnos una siesta en el conservatorio de música.
Eso fue súper divertido, porque nos quedamos dormidos-dormidos en el césped que comparten un ministerio de La Rioja y el conservatorio de mússica. Total que, cuando había pasado una hora, un pobre seños guardia jurado vino a echarnos...Le debíamos de dar una pena al señor! Porque nos pidio perdón el pobre que nos veía durmiendo tan bien...Nos mandó al parque que había al lado, que también somos borregos de no haberlo visto. Pero bueno, ya estábamos más descansados y tiramos para Nájera. Ya llevábamos 72km entre pecho y espalda, quedaban 30 hasta Nájera.
En esta foto nos podéis ver dormidos en el parque...Parece ser que José Manuel no estaba tan cansado como nos dijo, el muy puñetero!
Los últimos 30 kilómetros venían acompañados de una subida bestial para luego tener una bajadita hasta Nájera. No puedo explicar la sensación de triunfo cuando ves el cartel "Nájera" y ya has llegado. El culo te deja de doler, las rodillas están menos cargadas...Y tu mente empieza a pensar en la cerveza prometida. En Nájera eran fiestas, con lo que llegamos y todo eran charangas, borrachos por todas partes y pistolas de agua. Nuestro hostal estaba al lado "Del famoso Najerilla". Nada más llegar, lo de siempre: Ducha, lavar ropa, llamada de rigor a padres y cerveza y manduca, mucha manduca!
Ese fue el primer día de mi vida que comí con ansia. Me podía comer todo lo que me echaran encima, me puse de bocadillos, cerveza, patatas...Nada más llegar al bar después de la ducha estaba blanca del sobreesfuerzo. Cómo nos pusimos de ensalada, croquetas, bocatas...Luego encima nos llovió, con lo que el ambiente para el día siguiente pintaba estupendo!
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